Pensar antes de hablar algo tan fácil de entender como difícil de ejecutar. Ya no solo es la necesidad de pensar antes de abrir la boca para evitar decir una chorrada o quedar como un imbécil; lo más importante es pensar en cómo se va a sentir la otra persona después de que le lance la mierda.
Porque las palabras duelen más que los cuchillos y si no te gusta que te hieran creo que es fácil pensar en que la otra persona no quiere resultar herido tampoco. Que fácil es atacar a alguien con algo sucio y rastrero, y cuando no se tienen más argumentos que fácil es acabar la discusión como vencedor soltando algo que pueda herir a la otra persona. Pero si tan fácil es hacer eso, me lleva a reflexionar en lo difícil que debe ser la empatia, pensar como se va a sentir, parece que somos los únicos con sentimientos. Pero cuando se ataca a alguien con algo que se sabe que es doloroso no hay un ganador sino alguien hecho polvo y alguien ruin.
No me considero una santa más de una vez habré contraatacado con algo doloroso cuando alguien me ha hecho daño a mi. Pero cuando una persona llega al punto de no poder contener las lágrimas y llorar porque no le queda más opción, porque el dolor le sobrepasa, ese es el momento de decir basta. Basta a la falta de empatia, que disfrazar comentarios con la broma no los hacen menos crueles y dolorosos. Aprendamos un poquito a callar más y pensar antes.
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